El modo de funcionamiento de nuestra sociedad está conectado al modo de funcionamiento de nuestra mente o cognición.
Tenemos la sociedad que tenemos porque vivimos en el estado consciencia en que vivimos.
Y, también, tenemos la mente que tenemos porque vivimos en la sociedad que vivimos.
Consciencia y sociedad no son reductibles la una a la otra, por lo que si queremos realizar un cambio real, o sumarnos creativamente a los profundos cambios en curso, debemos hacernos cargo de ambas dimensiones: cambiar las reglas del juego social y cambiar el modo en que opera nuestra consciencia.
Cambiamos las reglas de lo social cuando nos empoderamos y dejamos de ser pasivos frente a las injusticias sociales, o la destrucción del ecosistema; cuando privilegiamos la cooperación y el cuidado por sobre la competencia; cuando restablecemos el sentido de ser comunidad, de ser uno y de tener un mismo origen, en lugar de actuar desde el individualismo y separatividad tan característicos de nuestro ego contemporáneo. Cambiamos las reglas de lo social cuando actuamos desde la gratuidad, la gratitud y la generosidad.
Por cierto, cambia lo social cuando cambiamos el estado de nuestra consciencia, cualquiera sea el camino que utilicemos para ello.
Porque la sociedad no está allá afuera, la incubamos y creamos en las profundidades de nuestra mente.
Y la mente no está aquí dentro, está en los intersticios de nuestras relaciones e interacciones con otros.
La propuesta de MeditaChile es hacer un cambio a nivel personal y social, apoyados en la fuerza y afecto de nuestra comunidad.
Se trata de promover un proceso de transformación (metanoia) en el cual la disciplina personal, el sentido de comunidad y la influencia socio-espiritual estén sistémicamente vinculados. Es lo que podríamos llamar, un cambio de triple contingencia.
Alfredo Molina
MeditaChile
