La práctica de la atención plena tiene 2.500 años de historia en Asia. Se atribuye al budismo su formulación y desarrollo.
Se cuenta que el príncipe Sidharta (Budha) fue criado sin conocer la pobreza y rodeado de abundantes placeres. Pero, un día que andaba de paseo, se encontró con un viejo decrépito, un enfermo, un cadáver y un monje errante. Esto, le generó gran impacto y determinó que renunciara a su reinado y se convirtiera en un asceta.
Él tenía 35 años cuando se iluminó en la ciudad de Gaya. Lo primero que comentó a sus amigos, después de iluminarse, fue que había encontrado “la sabiduría del camino del medio”; es decir, aquella que se abstiene de los extremos (excederse en placeres, o privarse de todo, por ejemplo).
Luego, dictó su magistral charla sobre el sufrimiento. Esencialmente dijo 4 cosas en esa charla: 1) que todos los seres humanos sufrimos; 2) que sufrimos por ignorar ciertas verdades esenciales y, también, a causa del deseo y el apego; 3) que podemos liberarnos del sufrimiento y de sus causas; 4) que hay una serie de prácticas que nos pueden ayudar a realizar un camino de liberación (su muy valioso “Noble Octuple Sendero”). La atención plena (sati) es parte importante de ese sendero liberador.