Meditaciones Constituyentes

Hay distintas maneras de interpretar el proceso que vive actualmente nuestro país. Las ciencias sociales nos ofrecen modelos que lo explican desde variables económicas, sociales, culturales, que convergen en problemas no resueltos adecuadamente: algunos pre-modernos (como el tema mapuche), otros modernos (como la extrema desigualdad); y, también, post-modernos (como la crisis de las instituciones y el desencanto).
Creo que una perspectiva útil (quizás, trans-moderna) consistiría en considerar nuestro despertar social desde el punto de vista de la transformación de la consciencia y ética colectivas. En este “modelo” explicativo, el cambio de consciencia (despertar) conduciría al nacimiento de una nueva ética, que es, básicamente, un acuerdo de convivencia.
En una transformación algo muere y algo nace. Lo que dejamos atrás es un modo de convivencia basado en el abuso, irrespeto, desamor, mercantilización, desigualdad, egoísmo, patriarcalismo, colonialismo, y así sucesivamente. Lo que nace está por verse, pero apuntaría a la superación de esos factores.
Imaginemos el proceso constituyente como un crisol en el que se reúnen y con-funden distintas consciencias colectivas; históricas, actuales y ancestrales; racionales, míticas y mágicas; incluso consciencias que vienen del futuro. E imaginemos que de ese crisol nacerá una nueva ética, un nuevo modo de relacionarnos entre nos, con la comunidad de la vida, con la tierra y el cielo.
El nuevo ethos de Chile –que está por nacer- requiere de un enorme quantum de consciencia. Por eso es necesario llevar el acto meditativo a los cabildos y encuentros del proceso constituyente. Cada vez que participemos en esas instancias ciudadanas dediquemos unos minutos a meditar y a intencionar “que todos los seres tengan paz”.

Un abrazo

Alfredo Molina (2020)