Acción Comunitaria Consciente

MeditaChile es una red ciudadana que promueve la meditación comunitaria y que busca contribuir a un cambio social-civilizatorio mediante la acción comunitaria consciente.

En artículos anteriores afirmamos que la meditación y acción comunitarias conducen al desarrollo de la consciencia relacional; en esta oportunidad nos detendremos en la "estructura" de la práctica o método de acción comunitaria consciente.

Partiendo por lo más simple, y como su nombre lo indica, esta manera de abordar el cambio social consta o se constituye de 3 vectores: acción social, comunidad, consciencia.

El sociólogo Max Weber (1864-1920) fue quizás el primero en considerar la “acción social” como concepto central para la sociología, definiéndola a partir de un atributo particular: el “sentido”.

Por "acción" debe entenderse una conducta humana (bien consista en un hacer externo o interno, ya en un omitir o permitir) siempre que el sujeto o los sujetos de la acción enlacen a ella un sentido subjetivo. La "acción social", por tanto, es una acción en donde el sentido mentado por su sujeto o sujetos está referido a la conducta de otros, orientándose por ésta en su desarrollo.(*)

Una acción social es, entonces, una acción con sentido o propósito social; y, en el caso de nuestra red ciudadana, dicho propósito está contenido en su Visión: "contribuir a un cambio evolutivo de la consciencia humana que nos permita co-crear espacios de experiencia y convivencia inclusivos, sustentables, dotados de sentido y trascendencia, para nuestro país y el planeta” (ver www.meditachile.cl).

Más allá de los resultados que podamos lograr, las acciones que emprendemos tienen a la vista un horizonte de ampliación, expansión y evolución de nuestra consciencia relacional, individual y colectiva: ese es el sentido de lo que hacemos. Aquí necesitamos preguntarnos, ¿nos hace sentido-sentido nuestra declaración de Visión? ¿qué estamos entendiendo por “cambio evolutivo”? Esta es una conversación indispensable en nuestra red ciudadana de meditación-acción.

El segundo vector es la comunidad; esto quiere decir que el agente (o sujeto) de esta “acción con sentido” es un sujeto colectivo. Como sabemos, el término comunidad nos viene del latín communitas que refiere a grupos de personas que comparten un sentimiento de gran igualdad, proximidad y apertura.(**) Desde la Psicología Comunitaria, una de sus pioneras Maritza Montero (1939- ) nos señala que algunas características importantes de observar y desarrollar en las relaciones sociales de una comunidad son las siguientes: participación; compromiso; auto-control y auto-gestión; desarrollo de capacidades; empoderamiento y poder social; identidad y pertenencia; consciencia.(***) Así, podemos mirar a una comunidad como un proceso dinámico de construcción de ciertos atributos relacionales y sociales, por medio de los cuales este sujeto colectivo (la comunidad) constituye su organización en el tiempo y va desarrollando capacidades que le permiten su conservación, transformación e influencia social.

Dentro de las cualidades relacionales que dan emergencia a una comunidad están –por cierto- el consentimiento, el respeto y el amor. Estas cualidades o virtudes relacionales las cultivamos activamente en MeditaChile; sin ellas, no resultaría posible aportar a la visión de cambio de consciencia a que postulamos. Otro aspecto importante del hacer comunidad que promovemos en MeditaChile, se encuentra en su dimensión inter-subjetiva. Me refiero al hecho de intencionar que todos nosotros vivenciemos el “ser comunidad”, o que tengamos la experiencia de pertenecer a un “inter-ser” con identidad y capacidad de incidencia.

Vayamos al tercer vector. Como dijimos más arriba, éste no es otro que la consciencia misma; y, en el caso de la praxis específica que estamos describiendo, necesitamos considerar la toma de consciencia, también, en un triple significado: a) como conocimiento, observación y “darse cuenta” del propósito común (el sentido compartido de la acción social que estamos asumiendo); b) como consciencia, observación y darse cuenta del sujeto o “agente de cambio” social (la comunidad y sus procesos); c) como reflexión, observación y darse cuenta del propio estado de consciencia en evolución, a nivel individual y colectivo; lo que incluye reflexionar en aquellos factores que podrían estar interfiriendo con nuestra evolución consciente e intencionada: alienación, inequidades cognitivas, condicionamientos, inconsciencia, fragmentación, etc.

Pero, ¿qué estamos entendiendo aquí por consciencia? Partamos por explicitar que asumimos una perspectiva holística, en la cual la consciencia (el conocer o darse cuenta) no se encuentra separado de la acción de un organismo vivo; en el caso de nosotros mismos como especie humana, la consciencia es un conocer y darse cuenta que emerge desde nuestras acciones y reflexiones individuales y colectivas en el contexto de la biósfera y antropósfera en que nos toca vivir.

Así, afirmamos que la praxis de la acción comunitaria consciente nos trae a la mano “cambios de consciencia” que pueden ser interpretados como “evolutivos” en la medida en que hacen posible la ampliación de nuestra acción efectiva. Esto puede ser observado como la emergencia de nuevos aprendizajes y capacidades de acción colectiva (adquiridas o generadas por una comunidad, red social, o sistema social) que nos permiten ser efectivos en contextos complejos; o, dicho de otra manera, sería una clase de cambio que nos permite integrar adaptativa y armónicamente niveles crecientes de complejidad cognitiva, relacional, societal y del eco-sistema en que vivimos.

Desde el punto de vista de la praxis misma, para poder hacernos cargo del “vector consciencia” de una manera efectiva (y no sólo discursiva) necesitamos detenernos...meditar. Familiarizarnos con el fenómeno contemplativo de la no-acción y con el vacío que nutre la acción. No es posible realizar una acción comunitaria consciente desde el activismo ansioso, eficientista, ni desde el marketing seudo-comunitario que caracteriza a demasiados proyectos de “emprendimiento” social de hoy en día. Creo que la praxis de la acción comunitaria consciente ocurre mejor en una danza de acción y no-acción, de movimiento y quietud, de conversación y silencio. Esto se puede manifestar como la espera del consentimiento, en un proyecto de Comunidades Conscientes; como pedagogía del vacío, en una Escuela Consciente; como no-consumo consciente o no-violencia activa, en nuestras iniciativas locales para un Planeta Consciente. Y de otras muchas maneras.

A explorar esa danza les invitamos.

A.Molina (2020)

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(*) Max Weber, Economía y sociedad (1922), México, Fondo de Cultura Económica, 1996, p. 5.
(**) Alfredo Molina, Sati Meditación en Accion (2015), Chile, Editorial Cuarto Propio, p.15.
(***) Maritza Montero, Teoría y Práctica de la Psicología Comunitaria (2003), Argentina, Paidos, p.66-67